El nuevo Ritual de la Orden: Innovación en la Tradición

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En primer lugar, permítanme agradecer a todos los que hasta ahora han tenido la amabilidad de enviarme sus útiles y constructivos comentarios sobre la aplicación de los rituales de las celebraciones enviados la semana pasada, y en particular a los Vicegobernadores, que me han apoyado con los comentarios recogidos en las respectivas zonas geográficas, y a los Lugartenientes que están haciendo traducir y aplicar los nuevos textos a las distintas lenguas.

Más allá de algunas observaciones que serán examinadas con detenimiento, y conscientes de que estos textos constituyen directrices que pueden adaptarse a las costumbres locales, un consenso general ha acogido el documento, al que Su Eminencia el cardenal Gran Maestre ha dedicado mucho trabajo y estudio, asistido por el Asesor, por miembros del clero y por una Comisión especial. Un trabajo que corresponde al espíritu de renovación y simplificación deseado por el papa Francisco. Al igual que el Santo Padre ha procedido en el pasado a relegar algunos de los títulos que caracterizan su mandato, privilegiando el de «Obispo de Roma», los nuevos rituales ponen de relieve al obispo que celebra, que ha recibido el poder espiritual de investir a un Caballero y a una Dama imponiéndoles, con las mismas modalidades, el báculo pastoral o la cruz astil.

Se trata de un aspecto importante que creo que hay que subrayar: la intención del nuevo ritual es poner al mismo nivel, desde el punto de vista formal y de fondo, a los Caballeros y Damas que van a recibir la investidura. Nuestra Orden, abierta a las mujeres desde el siglo XIX, con una sensibilidad hacia el papel femenino en la Iglesia, mostrando una extraordinaria modernidad para la época, coloca, siguiendo este mismo camino, a las Damas junto a los Caballeros delante del altar en la ceremonia de investidura, y elige para la vigilia un símbolo de feminidad, el aceite perfumado, en recuerdo de las mujeres que acudieron al Sepulcro para ungir el cuerpo del Señor.

Entre los comentarios de esta simbología se menciona el ejemplo de un santo, Caballero de armas, combatiente de crueles batallas y convertido en Caballero del espíritu: San Ignacio de Loyola, peregrino de Santa María de Montserrat, que tras una larga vigilia en oración renunció a su espada, colocándola a los pies de la imagen de la Virgen. Asimismo, en recuerdo de la tradición, durante la vigilia de oración, se mantiene el símbolo de la espada, pero se enriquece con la adoración de la Eucaristía, para reforzar el elemento espiritual en la vertiente caballeresca de la Orden.

Por otra parte, en la ceremonia de investidura, al recibir nuestro mandato de la autoridad de la Iglesia, somos testigos, ante todos los creyentes, de que nuestro compromiso con Tierra Santa se realiza a través de la fe en el Resucitado, mediante el espíritu de caridad, humildad y obediencia, teniendo en cuenta la realidad de nuestro tiempo y de todos aquellos que se interesan por nuestra Orden.

 

Leonardo Visconti di Modrone

Gobernador General

 

 

(11 de mayo de 2021)