Descubrir de nuevo la llamada al servicio

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I Re Magi "Los Reyes Magos", Vittorio Zecchin, hacia 1920

Al comenzar este año, pongamos en manos del Señor nuestras propuestas y nuestra voluntad de servirle a Él y a nuestros hermanos. En efecto, nuestra llamada dentro de la Orden no es otra cosa, como nos recordaba hace unos meses el papa Francisco en su discurso con motivo del encuentro de las asociaciones de fieles, movimientos eclesiales y nuevas comunidades: «Las tareas de gobierno que se os encomiendan en los grupos de laicos a los que pertenecéis no son otra cosa que una llamada a servir. Pero, ¿qué significa para un cristiano servir?» (16 de septiembre de 2021).

El Santo Padre continuó haciéndonos reflexionar sobre los obstáculos que podemos encontrar en nuestro camino de servicio. Sus palabras son una buena advertencia también para nosotros, Caballeros y Damas del Santo Sepulcro, como lo son para todos los cristianos. Ponen de manifiesto dos actitudes peligrosas: el deseo de poder y la deslealtad. «¿Cuántas veces – nos pregunta el papa Francisco – hemos hecho sentir a los demás nuestro “deseo de poder”? Jesús nos enseñó que “el que manda debe hacerse como el que sirve” (cf. Lc 22, 24-26) y “que si alguno quiere ser el primero, que sea el servidor de todos” (Mc 9, 35). Es decir, Jesús derriba los valores de la mundanidad, del mundo». «Nuestro deseo de poder se puede expresar de muchas maneras en la vida de la Iglesia» .

Tengamos cuidado con esta tentación que puede acosar a cualquiera de nosotros y que muchas veces se puede disfrazar con las mejores intenciones, con toda sinceridad. Aprendamos a ser sensibles y a reconocer que a veces, incluso en nuestro servicio hecho con el deseo de hacer el bien, se esconde una sed de poder que «se expresa de muchas maneras en la vida de la Iglesia» y que «anula toda forma de subsidiariedad». Esta actitud no es hermosa y termina por vaciar de su fuerza al cuerpo eclesial.

La segunda tentación es la deslealtad: «Decimos con palabras que queremos servir a Dios y a los demás, pero en los hechos servimos a nuestro ego, y nos entregamos a nuestro deseo de aparentar, de obtener reconocimiento, aprecio...». En todo momento es importante tener en cuenta que «Nadie es dueño de los dones recibidos para el bien de la Iglesia -somos sus administradores-, nadie debe reprimirlos, sino dejarlos crecer, conmigo y con el que venga después». Que nuestras Delegaciones, Secciones y Lugartenencias sean realidades vivas en las que actúe el Espíritu, y no la expresión de la voluntad y gestión de unos pocos.

Al comienzo de este año, sigamos el ejemplo de los Reyes Magos: grandes sabios que se ponen en camino con humildad y no se dejan impresionar por las muestras de poder de quienes no son Aquel a quien buscan. Traigamos nuestras ofrendas y pongámoslas a los pies del pesebre, pues es allí donde se utilizarán para la gloria de Dios. Es ante un Dios que se hace niño donde aprendemos a ser pequeños.

¡Feliz Año Nuevo!

Fernando Cardenal Filoni

 

(enero de 2022)