Diálogo interreligioso: el camino de la paz

Celebración del 50° aniversario de la Declaración "Nostra Aetate"

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Diálogo interreligioso: el camino de la paz El logotipo utilizado por la conferencia oficial organizada en Roma por el Consejo pontificio para el diálogo interreligioso que celebraba los 50 años de la Declaración Nostra Aetate. “The Leaven of Good” (La levadura del Bien) es el título del vídeo realizado por el Consejo pontificio para este feliz aniversario que se puede ver en https://vimeo.com/145252146

“La Iglesia católica no rechaza nada de lo que en
estas religiones hay de santo y verdadero”
que “reflejan un destello de aquella Verdad que
ilumina a todos los hombres” (NA 2)


En la Biblia, el periodo de cincuenta años evoca inmediatamente la gracia del Año Jubilar. Como el papa Francisco también lo ha mencionado durante la homilía de apertura del Jubileo de la Misericordia, los 50 años que han transcurrido desde la clausura del Concilio Vaticano II, son una ocasión que tiene que ser celebrada. Durante el encuentro organizado en la Universidad Pontificia Urbaniana en Roma, el 2 de diciembre, para el 50° aniversario de la Declaración conciliar sobre las relaciones de la Iglesia con las religiones no cristianas Nostra Aetate, el cardenal Kurt Koch, presidente del Consejo Pontificio para la Promoción de la Unidad de los Cristianos, recordaba que “esta conmemoración tiene el carácter de un pequeño jubileo y tenemos excelentes razones para celebrarlo”, añadiendo que esta declaración “es el texto más corto del Consejo, pero ha cambiado la historia”.

Rememorando la historia de este documento es importante recordar que fue concebido principalmente para hablar exclusivamente de las relaciones entre la Iglesia y los Judíos. Hablando de ello, el encuentro entre Juan XXIII y Jules Isaac, historiador francés judío que sobrevivió al Holocausto, fue providencial. Se encontraron gracias a la mediación de María Vingiani, asistente de Bellas Artes en Venecia, incansable promotora del diálogo. Después de este encuentro, el papa Juan XXIII confió al cardenal Agostino Bea la redacción de un documento respecto a las relaciones con los judíos. La declaración fue ampliada después a otras tradiciones religiosas. El cardenal Koch resume: “la Iglesia tiene una relación especial con el judaísmo que no tiene con las demás religiones, aunque hable de ello dentro de una declaración mayor”.

Con motivo de ese cincuentenario, hemos deseado dar la palabra a representantes judíos y musulmanes de Tierra Santa para que se expresen sobre ese documento histórico.

A diferencia de lo que ocurre en Occidente donde judíos y musulmanes son una minoría, la relectura de Nostra Aetate hoy en un contexto, único en el mundo, en el que los cristianos viven en una sociedad mayoritariamente judía, por una parte, y musulmana, por otra, tiene evidentemente un impacto particular.

El P. David Neuhaus, vicario patriarcal, lo explica claramente en el artículo que ha publicado en el sitio del Patriarcado Latino de Jerusalén: “Para los redactores de Nostra Aetate, el Holocausto constituye el cambio decisivo en las relaciones judeocristianas. Provocó una toma de conciencia general del desprecio que una parte de la doctrina cristiana tenía con respecto a los judíos. Para muchos cristianos de Tierra Santa es más bien la cuestión de Palestina lo que está en medio de las relaciones entre judíos y musulmanes. Si el diálogo, en la perspectiva europea, trata a menudo sobre la lucha contra el antijudaísmo y el antisionismo, el elemento esencial de todo diálogo interreligioso en el contexto de la Tierra Santa es la justicia y la paz”.


Cristianos y musulmanes: una llamada a la acción común

La Iglesia mira también con aprecio a los musulmanes que adoran al único Dios,
viviente y subsistente, misericordioso y todopoderoso,
creador del cielo y de la tierra, que habló a los hombres,
a cuyos ocultos designios procuran someterse
con toda el alma como se sometió a Dios Abraham,
a quien la fe islámica mira con complacencia (NA3)


En su artículo el P. Neuhaus cuenta también que en el año 2000, después de un sínodo que duró cinco años, la Iglesia católica de Tierra Santa publicó un plan pastoral presentando también una reflexión sobre Nostra Aetate, ya que la Tierra Santa es un sector concreto donde el diálogo puede ser aplicado y vivido. Como lo subraya el vicario patriarcal, “en el párrafo dedicado a las relaciones con los musulmanes, Nostra Aetate empieza con la presentación de las similitudes entre el Cristianismo y el Islam. El Documento sinodal cita las analogías entre esas religiones al final, después de haber puesto en evidencia otras similitudes importantes: la experiencia histórica, la cohabitación civil y la identidad común. En términos realistas […], el sínodo local describe los aspectos positivos y negativos de la cohabitación entre cristianos y musulmanes estableciendo un programa para el desarrollo de esa cohabitación”.

Durante una entrevista que nos concedió en 2015, Mustafa Abu Sway – titular de la cátedra completa por el estudio de la obra del Imám al- Ghazali en la mezquita de Al-Aqsa y en la universidad Al-Qods en Jerusalén, así como decano del Colegio de estudios islámicos en esa misma universidad – subraya, él también, la importancia de actuar juntos. El punto de salida para una mayor cooperación entre cristianos y musulmanes, gracias a sus valores comunes, es la defensa de la familia, que se encuentra en el centro de las dos tradiciones. Abu Sway continúa diciendo: “Ha llegado el momento de acordar a la familia humana un mayor lugar y renovar el llamamiento para eliminar la deuda del tercer mundo. El Sur necesita un descanso con respecto al impacto que han causado decenios y siglos de colonialismo. Católicos (y los demás cristianos también) y musulmanes, las dos religiones más difundidas, pueden y deberían resolver los problemas mundiales como el cambio climático, pobreza, enfermedad, hambre, analfabetismo y, por supuesto, las raíces de la violencia política que afecta a las diferentes partes del mundo”.

Volviendo a la publicación de Nostra Aetate, Abu Sway reconoce que el documento fue una piedra angular de la relación entre la Iglesia católica y las demás religiones, y se pregunta si en un futuro, la Iglesia va a recurrir a un especialista musulmán para redactar ese tipo de documentos. Por otro lado, en el proceso de diálogo entre las dos comunidades, el profesor de Jerusalén, recuerda la carta abierta del 13 de octubre de 2007 “Una palabra común entre nosotros y vosotros”, que iba dirigida a los responsables cristianos. El autor de esa carta fue el príncipe Ghazi bin Muhammad del Reino Hachemita de Jordania, pero otras muchas personalidades firmaron ese texto en el que se lee: “Los musulmanes y los cristianos forman juntos más de la mitad de la población mundial. Sin paz y justicia entre estas dos comunidades religiosas no puede haber una paz significativa en el mundo. El futuro del mundo depende de la paz entre musulmanes y cristianos”.

Hablando de paz, Abu Sway comenta el acuerdo comprensivo firmado por la Santa Sede con el Estado de Palestina en 2015 y declara que, al hacer eso, “el Vaticano ha dado un paso importante para que la paz se acerque a Tierra Santa”. Esto nos recuerda las palabras dirigidas por el papa Francisco a las autoridades israelíes durante su viaje a Tierra Santa. “que la ‘solución de dos estados’ se convierta en una realidad, y no permanezca siendo un sueño”. El sabio palestino en sus declaraciones muestra la esperanza profunda que el estado actual de las cosas llega pronto a su término. Refiriéndose a la oración de junio de 2014 en los jardines del Vaticano, el profesor hace un guión inequívoco entre la oración y la acción sobre el terreno: “la invitación a rezar por la paz dirigida por el Papa en junio de 2014 a los dirigentes políticos y religiosos de Israel y Palestina ha sido un bello gesto. Las oraciones son importantes, pero los dirigentes políticos tendrían que crear después medidas para establecer la paz”.

Al final de la entrevista, como lo hizo el rabino Rosen, el profesor Abou Sway comparte una oración por la Tierra Santa y sus habitantes: “Oh Alá, tu eres la Paz y la Paz viene de ti. Eres bendito, Tú el majestuoso, el Generoso. Te pedimos para que guíes a los dirigentes de nuestro mundo para que estén a la altura de lo que has revelado a la humanidad, hacer lo que es mejor para el universo, para la vida en la tierra, ayudar a poner fin a las injusticias políticas, económicas y sociales, poner un término a las realidades coloniales, rellenar el abismo entre el norte y el sur y ayudar a los pueblos de la Tierra Santa a reconocer la relación entre la realidad, la justicia y la paz, y hacer de la Tierra Santa una tierra verdaderamente de paz y de Jerusalén la ciudad de la paz. Amén”.


¿Nostra Aetate? Una enseñanza para nosotros, musulmanes

Mohammad Sammak es el secretario general del Comité cristiano musulmán para el Diálogo y de la Cumbre espiritual islámica en Beirut, Líbano. De paso por Roma en el 2015, durante una conferencia en la Federación nacional de la prensa italiana, habló de lo que los musulmanes pueden aprender de Nostra Aetate. Declaró claramente: “No podemos aprender si no nos damos cuenta de que tenemos que aprender y no podemos darnos cuenta si no sentimos que nos equivocamos en algo. Tenemos que ser valientes para reconocer la necesidad de aprender otras experiencias, sobre todo cuando vienen del exterior de nuestra comunidad”.

Haciendo alusión a las tensiones dentro de la comunidad islámica y a las relaciones a veces difíciles entre musulmanes y no musulmanes, más allá del triste espectro del extremismo violento, Sammak invita a una autocrítica sincera, y al mirar la historia de Nostra Aetate y del Concilio Vaticano II, confiesa: “Yo busco humildemente un Angelo Roncalli musulmán”.

Existen muchas iniciativas y voces que se levantan para defender el pluralismo y la cohabitación dentro del mundo musulmán y Sammak es consciente de ello, pero “no sé quién tendría la autoridad moral para reunir a 2.450 eruditos sabios y guardarlos juntos hasta que elaboren una interpretación única de la manera de vivir los principios islámicos en el siglo XXI”.

La conclusión de este año en el que hemos celebrado el quincuagésimo aniversario de ese documento que no solamente sigue hablando a aquellos que están dentro de la Iglesia católica, sino también que se propone como un elemento de reflexión e invitación al diálogo a todos aquellos que lo leen, el papa Francisco envía de nuevo al tema del diálogo. Durante el Ángelus del 13 de diciembre, dirige palabras de ánimo a algunos miembros del Movimiento de los Focolares y a comunidades islámicas italianas, al origen de la iniciativa “Constructores de paz”: “¡Seguid adelante!, seguid adelante con valentía en vuestro camino de diálogo y fraternidad, porque ¡todos somos hijos de Dios!”.


E.D.


(10 enero 2016)