Embajadora en la Santa Sede y Dama de la Orden

Print Mail Pdf

La Sra. Albertini y el papa Francisco La Sra. Albertini y su familia en compañía del papa Francisco.

María Alessandra Albertini, miembro de la Orden del Santo Sepulcro, es embajadora de San Marino en la Santa Sede. Ha aceptado dar testimonio de su compromiso para los lectores del sitio del Gran Magisterio.


«Geográficamente nuestro Estado es pequeño, pero con un extraordinario patrimonio de valores», dice María Alessandra Albertini, embajadora de San Marino en la Santa Sede. Considera particularmente que su pertenencia a la Orden, para el servicio de los habitantes de la Tierra Santa, es una expresión de la gran apertura de San Marino a las causas espirituales y humanitarias. Como Dama de la Orden, se inspira en «el ejemplo de las primeras mujeres que siguieron a Jesús, dando testimonio de la tumba vacía y la fuerza de la resurrección».

Aunque la Orden está presente en este pequeño territorio sólo desde el 2004, se desarrolla allí armoniosamente su misión que une los ideales generosos de “la república más vieja del mundo”, fundada bajo Diocleciano, hacia el año 300, por un grupo de cristianos perseguidos. Estos primeros cristianos llegaron de Dalmacia y encontraron refugio sobre el monte Titano, no lejos de Rimini, en el sur de Rávena. El jefe de su comunidad, el diácono llamado Marinus, dio su nombre a la República de San Marino, ferozmente independiente desde los primeros tiempos de su existencia. “Os dejo libres de los demás hombres”, fueron sus últimas palabras a la muerte de Marinus, en 366, dando a los suyos a la vez una herencia y un programa.

«Continuamos trabajando en este espíritu para favorecer la libertad en cualquier parte del mundo, en particular la libertad de culto, a través de los organismos internacionales a los que pertenecemos», precisa la embajadora. Es lo que pudo recordar al papa Francisco presentándole sus cartas credenciales. «La Santa Sede es un faro para los responsables de la diplomacia en particular, animándonos a ocuparnos de los más vulnerables en el mundo», añade la Señora Albertini, contando cómo una familia de refugiados sirios ha sido acogida en San Marino, gracias a un pasillo humanitario creado después de la visita del Santo Padre a la isla de Lesbos. San Marino desempeña también un papel de mediación esencial, que se enraíza en la tradición cristiana vinculada a la historia de su fundación.

«Nuestra República, participando en los encuentros importantes en un plano europeo o a nivel de las Naciones Unidas, ofrece su voz – que pesa tanto como la de los grandes Estados – para todas las iniciativas a favor de una solidaridad global basada en el respeto de los derechos inalienables de todos los seres humanos».


F.V.


(mayo 2017)