«Tenemos que manifestar nuestra proximidad a los cristianos orientales»

Entrevista con el cardenal Leonardo Sandri, prefecto de la Congregación para las Iglesias orientales.

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Cardinal Sandri en Jordania Durante su reciente visita a Jordania, el cardenal Leonardo Sandri se ha encontrado con los refugiados de Oriente Medio que ayuda la Cáritas local.

Eminencia, con vistas a su responsabilidad a la cabeza de la Congregación para las Iglesias orientales, ¿cuáles son las prioridades en la ayuda que hay que aportar a los cristianos que viven en los grandes territorios bíblicos?

Suelo recibir regularmente grupos de católicos guiados por sus obispos, deseosos de expresar su generosidad a favor de nuestros hermanos de Oriente. Los bienhechores desean conocer nuestras prioridades. Promover la plenitud de la libertad religiosa de los cristianos forma parte de las prioridades, sobre todo en los países con mayoría musulmana. Los obispos orientales trabajan en ello, en unión con nosotros, para que los gobiernos promulguen leyes en este sentido y que todos los ciudadanos sean considerados de la misma manera. También insisto mucho, por ejemplo, en la importancia de las escuelas católicas en Tierra Santa, ya que son una fuente de diálogo y paz en la sociedad. Sin la ayuda económica de la Iglesia universal esas escuelas no sobrevivirían: al haber mucha competencia, muchos profesores se dirigen hacia los establecimientos privados capaces de pagarlos mejor. Otro desafío: el de la emigración fuera de Oriente Medio. Los cristianos se van de la región por la inseguridad que hay allí, y su ausencia desequilibra el país. Tenemos que obrar para restablecer la confianza, y eso empieza cada vez que construimos puentes de amistad allí donde vivimos. También tenemos que manifestar a los cristianos orientales nuestra proximidad y ayudarlos moralmente, como ya hacen los Caballeros y Damas de la Orden, yendo de peregrinación a Tierra Santa yendo al encuentro de las comunidades locales que forman «la Iglesia Madre».


Usted coordina la colecta del Viernes Santo a nivel de toda la Iglesia. ¿Cómo se reparten los frutos de esa acción de solidaridad?

Todas las diócesis del mundo envían a Roma los frutos de esa colecta, el 65% va a la Custodia franciscana, para las obras de los santos lugares y el 35% es atribuido a nuestra Congregación para los proyectos de las Iglesias de Oriente, que se extienden desde Ucrania a Iraq, de Europa del Este a Mesopotamia... Esto es insuficiente, por suerte, hay instituciones que se dedican durante todo el año a la ayuda de esos cristianos que se encuentran a veces en situaciones difíciles desde un punto de vista económico, por culpa de los diferentes conflictos que destrozan el mundo. Una buena noticia es la vuelta progresiva de los cristianos sobre la meseta de Nínive, numerosos son aquellos que vuelven a sus pueblos liberados e intentamos ayudarlos en la reconstrucción de sus casas e iglesias.


El Patriarcado Latino de Jerusalén tiene un lugar aparte en el corazón de la Iglesia universal. ¿Cómo se articula la pastoral de la Iglesia católica en Tierra Santa, coordinada en parte por la Custodia franciscana?

Los cristianos del mundo entero van de peregrinación para «ver a Jesús» recorriendo la Tierra Santa donde vivió y dio su vida. Los papas dieron a los franciscanos la guardia de esos lugares santos, a través de la Custodia, cuya misión va más allá del territorio de la diócesis latina de Jerusalén. Esa diócesis patriarcal – reconstituida a finales del siglo XIX – expresa hoy la identidad de una iglesia local, reunida en torno a su Obispo, sin perder la apertura universal que caracteriza desde siempre la vocación de la ciudad santa de Jerusalén. Actualmente es el antiguo Custodio franciscano, Mons. Pierbattista Pizzaballa quien guía la diócesis patriarcal que va de Chipre a Jordania pasando por Palestina e Israel. La Iglesia Madre de Jerusalén se encuentra en el centro de nuestras preocupaciones en Roma, y deseo agradecer a la Orden del Santo Sepulcro ya que, sin la ayuda de sus miembros, la vida del Patriarcado Latino sería imposible, sobre todo en lo que concierne al seminario, las escuelas católicas y todas las actividades pastorales de evangelización. Hay que precisar también la importancia de la obra realizada por la Orden para los católicos de lengua hebrea, que son cada vez más numerosos en Israel. En el campo de la educación, la asistencia y preservación de la presencia cristiana en Tierra Santa, existe un trabajo efectivo entre la Diócesis patriarcal y la Custodia de Tierra Santa, mientras que el cuidado de los santuarios y el servicio a los peregrinos es una tarea confiada casi por completo a los franciscanos.


La Orden del Santo Sepulcro trabaja con usted dentro del marco de la Reunión de las Obras de Ayuda a las Iglesias Orientales, la «ROACO». ¿Qué papel juega esta Reunión que usted preside?

En efecto, la Orden del Santo Sepulcro forma parte de la Reunión de las Obras de Ayuda a las Iglesias Orientales, un organismo de coordinación fundado en 1968. Reagrupa diferentes agencias e instituciones católicas que obran al lado de las Iglesias católicas, orientales y latinas, sobre los territorios seguidos por la Congregación. Se reúnen cada año para reflexionar juntos sobre temas particulares, concentrándose en zonas geográficas precisas, aunque en general la Tierra Santa forma siempre parte de las mismas. Es también una ocasión de verificar la posibilidad de apoyar diferentes proyectos de ayuda, en el campo pastoral, educativo, en el de la asistencia sanitaria así como para hacer frente a ciertas urgencias, como se ha producido por desgracia estos últimos años por la situación en Siria, Iraq y Ucrania. El Santo Padre desea que la ayuda a Tierra Santa sea oída en un sentido más amplio que integre todos los territorios bíblicos. Estamos particularmente agradecidos a la Orden, que durante la última reunión, la 90a para ser exactos, ha expresado su apoyo a favor de varios proyectos, sin contar con su compromiso verdaderamente extraordinario y loable para la vida del Patriarcado Latino de Jerusalén. Este año insistimos mucho sobre la formación de los sacerdotes en Oriente Medio, deseando preservar las culturas respectivas y las tradiciones en la plena unidad con la Iglesia universal. Desde la fundación de la Congregación para las Iglesias orientales por el papa Benedicto XV, hace ya cien años este año, la formación del clero siempre ha sido una prioridad ya que el pueblo de Dios necesita pastores. De hecho fue el tema de nuestro último encuentro con la Roaco.


¿Cómo ve la evolución de las relaciones entre la Congregación de las Iglesias orientales y la Orden del Santo Sepulcro?

Hay una conexión existencial entre nuestra Congregación y la Orden del Santo Sepulcro. Nuestras relaciones se reforzaron gracias al cardenal Edwin O’Brien, Gran Maestre de la Orden, y al antiguo Gobernador General, Agostino Borromeo, dos personalidades que desarrollaron la ayuda hacia las Iglesias orientales, en nombre del compromiso de la Orden al servicio de Tierra Santa. Estoy muy agradecido con los Caballeros y Damas de la Orden por ese esfuerzo, ellos son testigos de la resurrección y la alegría del Señor en particular en este momento en el que hacemos frente al problema de los refugiados en Oriente Medio, intentando ayudar a las familias que huyen de las zonas de conflicto y dándoles esperanzas para un regreso sobre las tierras de sus antepasados. Desearía dirigir mis saludos y mejores deseos al sucesor del profesor Borromeo, al embajador Leonardo Visconti di Modrone.

 

Entrevista realizada por François Vayne


(Verano 2017)



Leer también la entrevista completa en inglés e italiano en nuestra web colaboradora, Vatican Insider