Vivir plenamente la fraternidad como identidad del Caballero y la Dama

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Fraternità

Suelo escuchar historias o recibir cartas de miembros de nuestra Orden que me hablan de situaciones difíciles dentro de sus Delegaciones, Secciones o Lugartenencias en sus relaciones con otros Caballeros y Damas.

Como cualquier realidad en la que existe una dimensión comunitaria, la Orden no está exenta de desafíos relacionales, y la llamada a crecer en una vida de intercambio, estima y fraternidad es siempre válida y está en el corazón mismo de la identidad del Caballero y la Dama.

Como nos recuerda el evangelista Juan: «Quien no ama a su hermano, a quien ve, no puede amar a Dios, a quien no ve». (1Jn 4,20). Como miembros de la Orden del Santo Sepulcro, no cabe duda de que tenemos una atención especial en Tierra Santa, pero nuestro compromiso comienza con aquellos que vemos y que están cerca de nosotros, especialmente nuestros hermanos y hermanas.

El riesgo a veces es que, después de un período de alegría y de íntima satisfacción por la elección de vida realizada, se apaguen los sentimientos y los ideales más nobles, y se pierda el ardor espiritual más vivo y el carisma que les dio origen; se olvidan las motivaciones que subyacen a nuestras elecciones y a nuestra acción caritativa. ¿Pero por qué?

Me he dado cuenta a menudo de que no es una cuestión de altura de miras, sino de celos, envidia y apreciación precipitada del otro. Estos errores son posibles y Jesús nos advirtió contra ellos: «Porque de adentro, del corazón humano, salen los malos pensamientos, la inmoralidad sexual, los robos, los homicidios, los adulterios, la avaricia, la maldad, el engaño, el libertinaje, la envidia, la calumnia, la arrogancia y la necedad» (Mc 7,21-22).

La Cuaresma es un tiempo de purificación, empezando por nuestro ser más íntimo y nuestras relaciones más cercanas. Debemos asegurarnos de que la vida, el compartir y la fraternidad dentro de nuestras Lugartenencias reflejan nuestra elección de seguir a Jesús y de vivir como hombres y mujeres y como Caballeros y Damas del Santo Sepulcro.

Por ello, les invito a encomendarse, especialmente en este importante momento de la vida de la Iglesia, a la razón, la comprensión e incluso, cuando sea necesario, al perdón, para llegar renovados, personal y comunitariamente, a la gran solemnidad de la Pascua.

Fernando cardenal Filoni

 

(marzo de 2022)