Vivir la sinodalidad en nuestras Iglesias locales

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«También me gustaría preguntarle, en nombre de todos los demás hermanos, cómo podemos vivir nosotros los cristianos nuestro tiempo actual en la misión de la Orden Ecuestre del Santo Sepulcro de Jerusalén. […] Le pido, en su servicio como Gran Maestre de la Orden, que nos ayude a considerar las posibles propuestas y buenas prácticas para activar, como Caballeros y Damas, dentro de este proceso de cambio y crecimiento espiritual sinodal, en esta primera etapa de los procesos diocesanos.
Le transmito una pregunta que le hago en la oración: ¿Será capaz la Orden de aportar su contribución en esta etapa del Espíritu?» (Antonella De Fano Cuscito)

El pasado sábado, 9 de octubre, participé en el «Momento de reflexión para el inicio del proceso Sinodal» junto a clérigos, religiosos y laicos, con la presencia del papa Francisco. Una de las frases centrales del Papa fue: «No hay que hacer otra Iglesia, hay que hacer una Iglesia distinta». Esta frase fue tomada de un gran teólogo del Concilio, Yves Congar. ¿Qué significa «Iglesia distinta»?  El Papa no lo dijo, creyendo que el Espíritu Santo ayudará a comprender el significado y a abrir el camino, como aseguró Jesús resucitado. En este contexto nos preguntamos: ¿Puede la Orden del Santo Sepulcro ser ajena o indiferente a tal perspectiva?  El domingo 10 de octubre, en la solemne apertura pontificia del proceso sinodal, el Papa pidió «escuchar las preguntas, angustias y esperanzas de cada Iglesia, de cada pueblo y nación».

De hecho, como miembros de la Iglesia, ya formamos parte del proceso sinodal, por lo que es una alegría para mí poder responder a esta pregunta, por la cual doy las gracias a nuestra hermana. La mía, obviamente, será una respuesta corta. En nuestra vida como Caballeros y Damas del Santo Sepulcro hay tres elementos importantes que nunca debemos perder de vista: la espiritualidad, que anima nuestro ser, el amor y el apoyo a Tierra Santa, que nos califican como Caballeros y Damas, y el compromiso con la Iglesia local de la que formamos parte. Estos tres elementos deben acompañarnos en nuestra participación.

Me gustaría centrarme en este último aspecto: cada Delegación, Sección, Lugartenencia forma parte de la vida de su Diócesis, aportando la riqueza de las actividades cotidianas de cada miembro, sus relaciones humanas y su compromiso espiritual unido a la caridad (como manifestación visible de la espiritualidad). La espiritualidad y la caridad son inseparables. Un día, hablando con unas religiosas, utilicé una imagen que me parece muy a propósito para expresar esta unión inseparable: somos una barca pequeña con dos remos; si utilizamos solo el remo de la espiritualidad, la barca girará sobre sí misma y no podrá avanzar por el mar; pero cuando utilizamos también el remo de la caridad, entonces es posible navegar por las aguas.

Volviendo al proceso sinodal: Formamos parte de nuestras diócesis y por lo tanto somos parte de su vida. Como creyentes en Cristo resucitado aportamos la riqueza y la esperanza de nuestro encuentro con Él. Como Caballeros y Damas del Santo Sepulcro mantenemos viva la atención por Tierra Santa, para que sea un lugar de encuentro entre los pueblos, un lugar de convivencia pacífica y un lugar de fe (caridad finalizada). Nuestra misión no es otra; a la diversidad y a la complementariedad aportamos la riqueza de nuestro pensamiento y de nuestra acción hacia una Iglesia que responda siempre al deseo de Cristo, que asumió la naturaleza humana, se hizo siervo y pasó haciendo el bien.

En este sentido, mi invitación es la de ser parte integrante de vuestras diócesis en todo momento, viviendo el servicio particular que ofrecen como Caballeros y Damas de la Orden del Santo Sepulcro como una llamada específica en medio de vuestra Iglesia local. Insértense con dedicación y alegría en los procesos sinodales que se activarán y ofrezcan su contribución. La riqueza del doble vínculo con la «Iglesia madre de Jerusalén« y «con las Iglesias madres de todos nosotros» se convertirá en riqueza para muchos más y permitirá que el proceso sinodal avance en la gracia y la riqueza del Evangelio como semilla de bien para todos.

 

Fernando Cardenal Filoni

 

(noviembre de 2021)